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.¡Ese hombre era un bárbaro!Ya casi no podía ver nada.El centro del visor se había vuelto completamente opaco.Tan decidida como irritada, Celise Waan quitó los sellos protectores del casco y loarrojó tan lejos como pudo.Aspiró hondo.El aire de la nave era ligeramente frío y había en él una cierta sequedadno del todo agradable, pero al menos no estaba tan rancio como el reciclado por su traje.¡Vaya, si era bueno! Celise Waan sonrió.En el aire no había nada pernicioso.Ya teníaganas de encontrar a Tuf y ajustarle las cuentas como se merecía, aunque sólo fuera depalabra.Entonces miró hacia abajo y se quedó atónita.Su guante, el dorso de la manoizquierda, la mano que había usado para limpiarse el escupitajo del gato.En el tejido decolor dorado había ahora un gran agujero e incluso el entramado metálico que había bajola superficie parecía, bueno, ¡corroído!¡Ese gato, ese condenado gato! Si ese escupitajo hubiera llegado a darle en la pielhabría.habría.De pronto recordó que ahora ya no llevaba casco.En el otro extremo delpasillo hubo un movimiento fugaz y otro animal parecido a un gato emergió de una puertaabierta.Celise Waan lanzó un chillido, blandió su pistola y disparó tres veces en rápidasucesión.Pero el animal era demasiado veloz para ella y en una fracción de segundohabía vuelto a esfumarse.No estaría a salvo hasta que esa pestilente criatura hubiera sido liquidada, pensó.Sidejaba que huyera podía saltar sobre ella en cualquier momento cuando estuvieradesprevenida, tal y como le gustaba tanto hacerlo a ese molesto cachorro blanco y negrode Tuf.Celise Waan puso un nuevo cargador de dardos explosivos en su pistola y avanzócautelosamente en persecución del animal.El corazón de Jefri Lion latía como no lo había hecho durante años.Le dolían laspiernas y su respiración se había convertido en un ronco jadeo.Su organismo rebosabade adrenalina.Intentó correr aún más rápido.Ya sólo faltaba un poco, este pasillo, dar lavuelta a la esquina y luego quizá veinte metros hasta la próxima intersección.El suelo temblaba cada vez que Kaj Nevis plantaba en él uno de los pesados discosmetálicos que le servían de pies y en una o dos ocasiones Jefri Lion estuvo a punto detropezar, pero el peligro parecía aumentar todavía más la emoción que sentía.Estabacorriendo como si aún fuera joven y ni tan siquiera las zancadas de Nevis,monstruosamente aumentadas por el traje, eran capaces de alcanzarle, por el momento.Aunque sabía que su perseguidor acabaría atrapándole si la persecución se prolongabademasiado.Mientras corría cogió una granada luminosa de su bandolera y cuando oyó una de lasmalditas pinzas de Kaj Nevis chasquear a un metro escaso de su espalda Jefri Lion lequitó el seguro y la arrojó por encima del hombro, apretando aún más el paso y dando lavuelta, por fin, a la última esquina.Al doblarla se volvió ¡justo a tiempo para ver cómo una silenciosa flor de cegadora luzblanco azulada se abría en el corredor que había dejado apenas hacía un segundo.Sólola luz reflejada por los muros bastó para dejar deslumbrado a Jefri Lion durante unosinstantes.Retrocedió cautelosamente, observando la intersección de pasillos.La granadatendría que haberle quemado las retinas a Nevis y la radiación bastaba para matarle enunos segundos.La única señal que había de Nevis era una enorme sombra, de una negrura absoluta,que se proyectaba más allá de la intersección de los corredores.Jefri Lion se batió en retirada, jadeando.y Kaj Nevis, andando muy despacio, aparecióen la esquina.Su visor estaba tan oscurecido que parecía casi negro pero, mientras Lionle observaba, el brillo rojo volvió a encenderse lentamente hasta alcanzar su intensidadhabitual. ¡MALDITO SEAS TÜ y TODOS TUS JUGUETES ESTÚPIDOS! retumbó la voz deNevis.Bueno, pensó Jefri Lion, no importaba.El cañón de plasma se encargaría de él, nocabía duda de eso, y ahora sólo estaba a unos diez metros de la zona de fuego. ¿Abandonas, Nevis? le desafió, avanzando sin prisas hacia la zona de fuego.¿Quizás el viejo soldado ha resultado demasiado rápido para ti?Pero Kaj Nevis no se movió.Por un momento Jefri Lion se quedó perplejo.¿Le habríalogrado alcanzar la radiación, después de todo, a pesar de su traje? No, era imposible.Pero Nevis no podía abandonar ahora la cacería, no cuando Lion le había logrado llevarcon tanto trabajo hasta la zona de fuego y su sorpresa en forma bola de plasma.Nevis serió.Estaba mirando por encima de la cabeza de Lion.Jefri Lion alzó los ojos justo atiempo de ver cómo algo abandonaba su escondite en el techo y se lanzaba aleteandosobre él.La criatura era negra como la pez y se impulsaba con unas oscuras y enormesalas de murciélago.Tuvo una fugaz visión de unos ojos rasgados de color amarillo en loscuales ardían dos angostas pupilas rojizas.Luego la oscuridad le envolvió como una capay una carne, húmeda y rugosa como el cuero, tapó su boca ahogando su grito desorpresa y pavor.Rica Danwstar pensó que, de momento, todo era muy interesante.Una vez se había logrado dominar el sistema y comprenderlos mandos, se podíadescubrir un montón de cosas.Por ejemplo, se podía descubrir la masa aproximada y laconfiguración corporal de todas esas lucecitas que se movían en la pantalla.El ordenadorera incluso capaz de preparar una simulación tridimensional siempre que se le pidieraeducadamente, cosa que Rica hizo.Ahora todo estaba empezando a encajar.Así que, después de todo, Anittas habíadesaparecido de la escena.El sexto intruso, el de Cornucopia, era solamente uno de losgatos de Tuf.Kaj Nevis y su supertraje andaban persiguiendo a Jefri Lion por la nave.Pero uno delos puntos negros, un drácula encapuchado, acababa de caer sobre Lion
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