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.Detalló algunas de las dificultades con que se enfrentar�an.304 305-Ricardo tiene muchos supuestos aliados que se alegrar�an deverle muerto.Es un l�der muy popular entre los ingleses, que leseguir�n al mismo infierno, pero un soldado tan aguerrido y pode-roso se gana enemigos con facilidad.Deber�is tener los ojos bienabiertos, no sólo a causa de los Asesinos sino por las posibles trai-ciones entre sus comandantes aliados.�Este extra�o y joven rey ingl�s es tan h�bil con la pluma comolo es con la espada o el hacha de batalla danesa de doble hoja, queal igual que vos, Belami, utiliza con placer.Entre los trovadores yminnesingeres, goza de un elevado concepto.En realidad, se le con-162sidera un pr�ncipe entre los poetas.�Si le sois simp�ticos, como no dudo que as� ser�, ser� un lealamigo.Si, en cambio, os gan�is sus antipat�as, probablementemorireis.�Siempre va al frente en el campo de batalla, donde la acción esm�s violenta.Creo honestamente que no conoce el significado de lapalabra miedo.Es un adversario cabal para enfrentar a Saladino.Elsult�n es seguramente el m�s listo de los dos, pero en cuanto a cora-je no hay forma de establecer diferencia alguna.Ambos tienen cora-zón de león.Que Dios os proteja.�X' ~e les sergents!Los dos servidores saludaron y se abrazaron los tres.Seis d�as m�s tarde, Simon y Belami zarpaban rumbo a Chipre.18El rey leónLa galera de los templarios Saint Bernard, que llevaba a Simon y Belamia Chipre, ofrec�a un marcado contraste con el carguero de los hospita-larios, tan ancho de casco, que les trajo anteriormente a Tierra Santa.De desplazamiento suave y veloz, los remos de la esbelta gale-ra eran manejados por veinte hombres robustos en cada costado.La velocidad que alcanzaba sólo con los remos era de cuatro nudos,y.con un viento que llenara las velas latinas pod�a alcanzar hastasiete nudos, mientras los remeros pudiesen mantener el ritmo.Su ascendencia vikinga era evidente en las planchas de made-ra de cedro, resistente a la podredumbre, recubriendo las pode-rosas cuadernas, con traviesas de la misma madera y clavadas conduras cu�as de roble.En general era una excelente nave.Los tem-plarios llevaban consigo los caballos �rabes blancos, que estabanalojados en la bodega en establos bien almohadillados, especial-mente construidos para el viaje.Normalmente, aquellas embarca-ciones veloces sólo transportaban pasajeros y vituallas, por lo quehubo que agregar los establos.El viento fresco de mar adentro impulsaba el Saint Bernard consuficiente fuerza como para asegurar un viaje r�pido hasta Chipre.Aunque la isla se encontraba tan sólo a un d�a y una noche de viajede Tiro, se vieron obligados a desviarse para evitar la flota turca quepatrullaba las aguas y luego navegar hacia poniente, antes de virarhacia el norte para llegar a Chipre.Por fin tocaron tierra al cabo detres d�as de partir de Acre.A su llegada a la bah�a de Limassol, pro-tegida de los vientos del oeste por el cabo Gata, fueron recibidospor un bote patrulla de la poderosa flota del rey Ricardo, que seencontraba anclada a sotavento de la punta de tierra.306 307Fuertes temporales hab�an causado importantes da�os en lostransportes de tropas ingleses, poniendo en peligro de naufragar a lanave real que llevaba a la futura esposa del rey Ricardo, la princesaBerengaria, y su hija menor, la reina Joanna, viuda del rey GuillermoII de Sicilia.Las naves inglesas se encontraban en plena tarea de reparación,antes de partir hacia Tierra Santa.La galera de los templarios se reco.noc�a f�cilmente a causa de su enorme bandera beauseant ondeandoen el palo mayor.Ello les aseguraba una c�lida bienvenida y en segui-da fueron eficientemente llevados hasta quedar amarrados en un mue-lle de piedra, construido en la costa rocosa.A los pocos minutos de atar las amarras en grandes anillas de hie-rro clavadas en la roca, Simon y Belami conduc�an a los blancos caba-llos �rabes por la estrecha planchada hasta el muelle cubierto de grava.La bienvenida de sir Roger de Sherborne, el oficial encargado deregular la actividad del puerto del rey, fue cordial y eficiente.Las for-malidades se redujeron al m�nimo.Como de costumbre, el discurso de Belami fue un modelo debrevedad.Despu�s de presentarse y de presentar a Simon, dijo:-Traemos saludos para su majestad el rey Ricardo de nuestroGran Maestro, Robert de Sabl�.Tengo órdenes de presentarle al rey163estas cartas credenciales y este documento, que garantiza la ayuda ala Cruzada de su majestad en la suma de 30.000 besants de oro.La sonrisa en el rostro de sir Roger se ensanchó perceptiblemente.Y en la breve caminata a lo largo del muelle, el oficial del puerto con-tó a los reci�n llegados ciertos detalles sobre la situación actual enChipre.-Isaac Ducas Comnenus, el autocoronado emperador de Chipre,se encuentra acechando en las colinas.El rey Ricardo est� rabioso porla b�rbara recepción brindada a la princesa Berengaria y su hija, la rei-na Joanna, cuando Isaac Comnenus se negó a proporcionarles aguay comida despu�s de haber sido llevadas a Limassol por la tormentaque casi hundió la flota entera.El experimentado caballero ingl�s sonrió sarc�sticamente.-El tirano Comnenus cometió un grav�simo error al despertarla ira del rey Ricardo Corazón de León.Mi monarca le har� pagarcara su brutal descortesia.308Sir Roger de Sherbome ten�a un aire de honestidad que en segui-da le hizo ganarse el respeto de los templarios.-�Hab�is visitado Tierra Santa, se�or? -le preguntó Belami.-En efecto -respondió el oficial del puerto con entusiasmo-,y tambi�n tengo motivos para recordar la segunda Cruzada.Se palmeó la piema izquierda, que era perceptiblemente m�s cor-ta que la derecha, lo que le hacia cojear visiblemente.-Una lanza sarracena me hizo una herida profunda en la bata-lla de Harim, cuando serv�a a las órdenes de Bohemundo de Antioqu�ayJoscelyn de Edessa.Eso fue hace veintisiete a�os.Yo era un joveninexperto de veinticinco a�os en aquel tiempo, y me ha quedado estebalanceo n�utico, tanto en tierra como en el mar.El viejo guerrero rió irónicamente ante su grave impedimento
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