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.Porque no hay derecho, Mario, abusar así de la confianza de las del Ropero, menudo sofocón, un feo semejante, porque si aceptas es para hablar de la caridad como Dios manda, que tenías un auditorio de lo más selecto, palabra, y te lo cargaste a las primeras de cambio, con lo de los festivales benéficos, que lo que Valen decía, “¿qué mal hacemos jugando bridge por los pobres?” Pues, ninguno, naturalmente, zascandil, que si jugando bridge remedias una necesidad, bendito sea el bridge.Pecar y así es lo que no se puede, pero juegos y fiestas, ¿por qué no? ¿Qué mal hay en ello? Y, luego, la bomba, que me dejaste sin sangre, que yo decía, “se arma, hoy se arma, ¿dónde va este hombre?”, y tú dale con que “hoy la caridad reside en secundar las demandas de justicia de los desheredados y que taparles la boca con una tableta de chocolate y una bufanda puede incluso ser un ardid”, que entonces empezó el rumor y yo pensaba, “le linchan, le linchan y con toda la razón”.La cogiste modorra, como yo digo, con que si la caridad sólo debe llegar donde no alcance la justicia, que la gente, y yo la primera, en el limbo, toda la conferencia sobre ascuas, hijo, que creí que me enfermaba del corazón, Dios mío, qué palpitaciones, y cuando empezaron a patear, deseé con toda mi alma que me tragase la tierra, como te lo digo, ni se te oía, y a la pobre Bene saltándosele las lágrimas, y tú accionando, todo sofocado, ¡qué horror!, que en medio del barullo la de Arronde, a voces, “a ver mañana qué dice la prensa, ¡qué vergüenza!”, y, a la salida, no quieras saber, de rojo para arriba, que yo, callada, como una muerta.Y no te digo nada, al día siguiente, en el Centro, con “El Correito” que Dios confunda, dándote alas, que muy valiente, que el lenguaje que hay que emplear en este siglo, que en la línea conciliar, que te advierto que quemaron más de una docena de ejemplares y dieron “mueras”, menos mal que Bene, que es medio santa, las aplacó, que buenas estaban.Y gracias a que “El Noticiero” se metía contigo, que demagógico y eso, que para mí fue la puntilla, Mario, te lo juro, que “El Noticiero” es de fiar, fíjate, un periódico católico a machamartillo, de derechas de toda la vida.Y luego que estás solo, botarate, pues, ¡no vas a estarlo!, la pobre Bene, con la ilusión que tenía, “Mario es un cielo, dale las gracias”, me decía todo el tiempo, menudo jarro de agua fría, que después tú mismo lo sentiste, no digas que no, como con lo del lechazo, que si hablar de caridad en ese lenguaje a personas que no entendían la caridad era faltar a la caridad, un galimatías, hijo, crucigramas, que tiras la piedra y luego te duele la descalabradura como yo digo, y que dudabas y la duda te hacía sufrir, y que si callas, la conciencia te reprocha, y si hablas, te reprocha también, ya ves qué problema, pues habla con educación, hijo, que con Bene lo que procedía era todo lo contrario de lo que hiciste, estimular a la gente a dar y a ir a las fiestas benéficas y, al final, hubiera sido un detalle simpático que subastases tu pitillera o algo así, un objeto personal.Pero cualquiera te aconseja, Mario, con los humos que te gastas, si yo ya no me atrevo ni a decirte que te cambies de traje para planchártelo, y, luego, que estás solo, pues no vas a estarlo, adoquín, no era eso lo que andabas buscando, di.¿No te lo advertí ya cuando lo de la casa, que a este paso nadie nos va a poder ver ni en pintura, tanto criticar, tanto criticar, que parece como que le sacarais un gusto a revolcaros en el cieno? Es como lo de tus libros, cuando no eran de cosas raras que nadie entiende, eran de muertos de hambre o de paletos de esos que no saben ni la A.Y si los paletos no saben leer, Mario, y a la gente bien le traen sin cuidado los paletos, ¿puede saberse para quién escribías? Y no me salgas con que se pueden escribir cosas para nadie, porque eso no, Mario, que si las palabras no se las dices a alguien no son nada, ruidos o garabatos, vamos creo yo, no sé.Pero a ti no hay quien te apee de la burra, cariño, ni una sugerencia, hay que ver, con la carrera que me di para contarte lo de Maximino Conde y la hijastra, un argumento de película, fíjate, que toda la ciudad pendiente, total para nada, y sí que era un poco así, lo reconozco, tirando a verde, pero en la novela, al final, haciéndole reaccionar a él en decente, quedaba inclusive aleccionadora
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