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.El cual, viéndolo enderezado, lo reconoció y súbitamente empezó a reírse y a decir:-¡Señor, haz que le duela! ¿Quién no hubiera creído al verlo venir que de verdad fuese un lisiado?Oyeron estas palabras unos trevisanos que, incontinenti, le preguntaron:-¡Cómo! ¿No era éste tullido?A lo que el florentino repuso:-¡No lo quiera Dios! Siempre ha sido tan derecho como nosotros, pero sabe mejor que nadie, como habéis podido ver,hacer estas burlas de contorsionarse en las posturas que quiere.Como hubieron oído esto, no necesitaron otra cosa: por la fuerza se abrieron paso y empezaron a gritar:-¡Coged preso a ese traidor que se burla de Dios y de los santos, que no siendo tullido ha venido aquí para escarnecer anuestro santo y a nosotros haciéndose el tullido!Y, diciendo esto, le echaron las manos encima y lo hicieron bajar de donde estaba, y cogiéndole por los pelos ydesgarrándole todos los vestidos empezaron a darle puñetazos y puntapiés, y no se consideraba hombre quien no corría a hacerlo mismo.Martellino gritaba:-¡Piedad, por Dios!Y se defendía cuanto podía, pero no le servía de nada: las patadas que le daban se multiplicaban a cada momento.Viendolo cual, Stecchi y Marchese empezaron a decirse que la cosa se ponía mal; y temiendo por sí mismos, no se atrevían aayudarlo, gritando junto con los otros que le matasen, aunque pensando sin embargo cómo podrían arrancarlo de manos delpueblo.Que le hubiera matado con toda certeza si no hubiera habido un expediente que Marchese tomó súbitamente: que,estando allí fuera toda la guardia de la señoría, Marchese, lo antes que pudo se fue al que estaba en representación delcorregidor y le dijo:-¡Piedad, por Dios! Hay aquí algún malvado que me ha quitado la bolsa con sus buenos cien florines de oro; os ruego quelo prendáis para que pueda recuperar lo mío.Súbitamente, al oír esto, una docena de soldados corrieron a donde el mísero Martellino era trasquilado sin tijeras y,abriéndose paso entre la muchedumbre con las mayores fatigas del mundo, todo apaleado y todo roto se lo quitaron de entre lasmanos y lo llevaron al palacio del corregidor, adonde, siguiéndole muchos que se sentían escarnecidos por él, y habiendo oídoque había sido preso por descuidero, no pareciéndoles hallar más justo título para traerle desgracia, empezaron a decir todosque les había dado el tirón también a sus bolsas.Oyendo todo lo cual, el juez del corregidor, que era un hombre rudo,llevándoselo prestamente aparte le empezó a interrogar.Pero Martellino contestaba bromeando, como si nada fuese aquella prisión; por lo que el juez, alterado, haciéndolo atarcon la cuerda le hizo dar unos buenos saltos, con ánimo de hacerle confesar lo que decían para después ahorcarlo.Pero luegoComment: Se trataba de una manera detortura que consistía en pasar una cuerdaque se vio con los pies en el suelo, preguntándole el juez si era verdad lo que contra él decían, no valiéndole decir no, dijo:bajo las axilas del condenado y levantarloen el aire para luego dejarlo caer-Señor mío, estoy presto a confesaros la verdad, pero haced que cada uno de los que me acusan diga dónde y cuándo les hebruscamente.quitado la bolsa, y os diré lo que yo he hecho y lo que no.Dijo el juez:-Que me place.Y haciendo llamar a unos cuantos, uno decía que se la había quitado hace ocho días, el otro que seis, el otro que cuatro, yalgunos decían que aquel mismo día.Oyendo lo cual, Martellino dijo:-Señor mío, todos estos mienten con toda su boca: y de que yo digo la verdad os puedo dar esta prueba, que nunca habíaestado en esta ciudad y que no estoy en ella sino desde hace poco; y al llegar, por mi desventura, fui a ver a este cuerpo santo,donde me han trasquilado todo cuanto veis; y que esto que digo es cierto os lo puede aclarar el oficial del señor que registró mientrada, y su libro y también mi posadero.Por lo que, si halláis cierto lo que os digo, no queráis a ejemplo de esos hombresComment: «Señor»: el que ostentaba elpoder soberano en la señoría.El libro delmalvados destrozarme y matarme
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