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.Alcohol, sexo, drogas, al final me acaban derrotando. Has resistido ciento cuarenta días. Ciento cuarenta y dos. ¿Cuál es el récord? Catorce meses.Salí de la terapia de desintoxicación hace unos cuantos años, un gran centro de desintoxicaciónque pagaba el viejo, y me pasé mucho tiempo sin caer.Pero después me vine abajo. ¿Por qué? ¿Qué te pasó? Siempre ocurre lo mismo.Cuando eres un adicto, puedes caer en cualquier momento y lugar por cualquiermotivo.No han diseñado ningún medio capaz de contenerme.Soy un adicto, hermano, así de sencillo. ¿Estás todavía enganchado a las drogas? Pues claro.Anoche fue el alcohol, esta noche será lo mismo y mañana también.A finales de semana, haré cosaspeores. ¿Y tú las quieres hacer? No, pero ya sé lo que ocurre.La camarera les sirvió los platos.Forrest tomó un panecillo, lo untó rápidamente con mantequilla y le dio unbuen bocado.Cuando pudo hablar, dijo: El viejo ha muerto, Ray.Me parece increíble.Ray también estaba deseando cambiar de tema.Como siguieran hablando de los defectos de Forrest, acabarían peleándose. Sí, pensé que estaba preparado para ello, pero ya veo que no. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste? En noviembre, cuando lo operaron de la próstata.¿Y tú?Forrest vertió salsa de tabasco sobre los huevos revueltos y sopesó la pregunta. ¿Cuándo sufrió el infarto?Habían sido tantos los achaques y las intervenciones quirúrgicas que costaba recordarlo todo. Tuvo tres. El de Memphis. Ese fue el segundo  dijo Ray.Hace cuatro años. Exacto.Me pasé algún tiempo con él en el hospital.Qué demonios, no estaba ni a seis manzanas de mi casa.Pensé que era lo menos que podía hacer. ¿De qué hablasteis? De la guerra de Secesión.Seguía pensando que la habíamos ganado.Ambos sonrieron al recordarlo y comieron en silencio unos momentos.El silencio terminó cuando Harry Rex loslocalizó.Tomó un panecillo mientras les revelaba los últimos detalles de la espléndida ceremonia que le estabapreparando al Juez Atlee. Todo el mundo quiere ir a la casa  dijo con la a boca llena. Eso queda descartado  dijo Ray. Es lo que yo no me canso de repetirles.¿Querréis recibir invitados esta noche? No  contestó Forrest. ¿Deberíamos hacerlo?  preguntó Ray. Es la costumbre, en la casa o en la funeraria.Pero, si no se hace, no pasa nada.Yo no soy como esos que seofenden y se niegan a hablar contigo. Vamos a celebrar un velatorio en el Palacio de Justicia y un entierro, ¿no basta con eso?  dijo Ray. Yo creo que sí. Yo no pienso pasarme toda la noche en la funeraria, abrazando a unas ancianas que se han dedicado achismorrear acerca de mí durante veinte años  intervino Forrest.Hazlo tú, si quieres, pero yo no iré.25 JOHN GRISHAM LA CITACIÓN Vamos a prescindir de eso  declaró Ray. Has hablado como un auténtico albacea  dijo Forrest con una despectiva sonrisa en los labios. ¿Albacea?  preguntó Harry Rex. Sí, había un testamento sobre su escritorio, fechado el sábado.Un sencillo testamento de una sola página, en elque nos lo deja todo a los dos, enumera los bienes y me nombra albacea.Y quiere que tú te encargues de lavalidación, Harry Rex.Harry Rex había dejado de masticar.Se frotó la nariz con un dedo regordete y miró al otro lado del local. Qué extraño  comentó, visiblemente desconcertado por algo.¿Qué? Le redacté un largo testamento hace un mes.Los tres habían dejado de comer.Ray y Forrest se intercambiaron una mirada que no transmitía nada, puesninguno de los dos tenía la menor idea acerca de lo que el otro estaba pensando. Supongo que debió de cambiar de idea  apuntó Harry Rex.¿Qué decía el otro testamento?  preguntó Ray. No puedo revelarlo.Era mi cliente y por tanto se trata de un asunto confidencial. Aquí yo me pierdo, tíos  dijo Forrest.Perdonadme que no sea abogado. El único testamento válido es el último  explicó Harry Rex.Anula todos los testamentos anteriores; porconsiguiente, lo que dijera el Juez en el testamento que yo le preparé, carece de importancia. Pero, ¿por qué no nos puedes decir lo que decía el anterior testamento?  preguntó Forrest. Porque yo, como abogado, no puedo comentar el testamento de un cliente. Pero el testamento que preparaste no es válido, ¿verdad? En efecto, pero de todos modos no puedo hablar de él. Qué asco  dijo Forrest, mirando enfurecido a Harry Rex.Los tres respiraron hondo y, a continuación, tomaron un buen bocado.Ray comprendió de inmediato que tendría que ver el otro testamento, y muy pronto, por cierto.Si mencionaba elbotín del armario, Harry Rex estaría al corriente [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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